Importante: Aquí no pretendo buscar la verdad, muchos post se sostienen más por la ironía o el humor que por condecir con la realidad o mi forma de pensar, y algunos otros por una verborragia irresponsable. Si no te crees capaz de lidiar con esto, no leas el blog y mucho menos comentes.

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jueves, diciembre 30, 2004
 
No sé. Tiro la idiosincrasia del blog a la mierda; me pongo cursi, sensible y maricón.
En fin... me cago en todo eso: ¡feliz año gente!
Fue divertido escribir, pero mucho más leerlos. Gracias.

x 9:37 p. m.

martes, diciembre 21, 2004
 
El brindis del laburo. Siempre está el ocupado que no puede ir. O si va, seguramente lo llamaran al celular cuando tiene medio triple de miga en la boca; por supuesto hará alarde de su compromiso con la empresa yéndose al trote a su escritorio. Porque, claro, en el brindis esta el gerente de la empresa; por única vez en el año sin cara de culo.

El remis que hay que reservarle con infinitas indicaciones y semanas de anticipación a esos parientes que viven lejos, y que sólo aparecen una vez por año.

Los perros que se asustan con los cohetes.
El tío jodón que tira cohetes adentro de la casa. Los pendejos que tiran cohetes.
El "¡Nene!... si no explota dejalo, mirá que la mecha puede quedar prendida y después te explota en la cara", de alguna señora mayor.
Los más chicos que te hacen mierda el encendedor queriendo prender las estrellitas.
El globo aerostático que se prende fuego o se queda enganchado en los cables, para decepción de todos, y para vergüenza del que, con actitud de ser uno de los hermanos Montgolfier, se hizo cargo del lanzamiento.

El muñeco de los vecinos.
La mugre que deja el muñeco quemado de los vecinos.

Los pendejos que rompen las bolas toda la noche con querer abrir los regalos.

Un tío comentando (como todos los años), con aire de ilustrado, que el pan dulce, las nueces, las avellanas, los turrones... etc, son comidas de invierno y que acá deberíamos comer otra cosa, no lo que comen en el invierno del norte.
El mismo que más tarde comentará que según las estadísticas hay más accidentes con tapones de sidra que con cohetes.

Una vieja gritando: "No se apoyen en la punta". Y no, no se apoyen, porque la mesa, oculta bajo el mejor mantel, es la puerta de la pieza sobre dos caballetes. Los caballetes que fueron diseñados... bueno, no sé para qué, pero no para sentarse porque al pobre que le toquen, tendrá que luchar por conseguir espacio para sus piernas. Un lugar que generalmente les toca a los más chicos, que son los mismos que tiene que sentarse en los banquitos. Porque cuando las sillas faltan es así: los chicos en los banquitos, "ellos son jóvenes"; la prole en las sillas de plástico del jardín, que los dejaran con la mesa a la altura de la barbilla; y los dueños de la casa en las habituales sillas del comedor.

Las artesanías con el alambrecito de la sidra. La sidra.

Que todos se "quieran"

El "Muchas felicidades che, para vos y los tuyos".

El que dice "Felicidades" fuera de hora. El que lo corrige, porque tiene su reloj "en hora con el teléfono". El que corre a prender el televisor para certificar la hora. Los "fuegos artificiales" que pasan en todos los canales en ese momento.

El participar, sin querer participar, de una fiesta ajena a las propias creencias.

Eso, y casi diría que sólo eso, es para mi la navidad. Por eso la detesto.

x 8:28 p. m.

sábado, diciembre 18, 2004
 
Un optimista vendría a ser como un pesimista del presente.

x 1:23 a. m.

 
Obviamente no era mi intención que esto pasara, pero no es su lugar, no tenía porque lograr esa personalidad, no tenía porqué tener personalidad alguna. Aparentemente no me siento cómodo con la vida "marital", pero no se asusten, no nos vamos a separar; hemos llegado a un arreglo.
Es cierto que yo jamás pacté nada, pero hay cosas que se sobreentienden, me parece que es claro, más en una relación de este tipo, si es que me permiten que llame relación a "esto".
Sobra decir que sin mi no es nada, no lo era cuanto todo empezó, y no lo es ahora. Quisiera hablar de sus derechos y obligaciones, pero me parece tan ridículo que pueda tener derechos! Tal vez alguno (sobre todo alguna) debe estar levantando el dedito en nombre el feminismo; déjeme decirle algo: Me cago de risa de la ridiculez extrema de su comentario.
No entiendo por qué, no entiendo por qué si es así la cosa no me siento libre. Termino accediendo a sus mandatos, a sus reglas, a sus límites. Vuelvo con lo mismo, pero todo lo que es, lo es gracias a mí; entonces esos límites de los que hablo, ¿son límites que yo me impongo?. Mi psicólogo diría que me estoy saboteando. Creo que tiene razón.
Quisiera poder ser yo, como lo era en el principio, y no puedo. Cuando recuerdo la libertad que sentía en ese tiempo me parece que no era yo, que eso lo vivió otro... pero no, las pruebas sobran. Y no sé cuando dejó de ser así, cuando me empecé a sentir atado, y lo peor, sentir que yo mismo hago los nudos. Estoy condenado a ser mi verdugo, hoy es esta relación, mañana será otra, y otra...
Como dije, hemos llegado a un arreglo, el blog y yo vamos a dormir en camas separadas por un tiempo.

x 1:19 a. m.